La tierra que pisamos a diario, quizás sea cementó de calle, baldosa de casa, arena de mar, o flotemos en agua. Ese invisible hilo que no nos deja apartarnos de esa ley de gravedad que explica mejor Newton. Ese estatuto que nos mantiene constantemente anclados a esta madre tierra, que si no fuera por el volaríamos igual que vuela nuestra mente maquinando ideas fantasiosas, que esperan hospedarse en la realidad, ese lugar que creemos entender, pero al igual que esa invisible atracción hacia lo que pisamos, igual de difuminada esta la realidad que buscamos comprender.
Pero vale la pena llevar la contraria y si no podemos volar en cuerpo, recuerda que no hay leyes que nadie dicte solo tú puedes viajar con pensamientos y hospedarlos no en realidades poco entendibles sino en lugares que construyas especialmente para ellos.
Colecciónalos pero que nunca se te olvide el camino para visitarlos hacerse compañía, compartir recuerdos. Y ten presente que nunca estás sólo, todavía quedan muchos viajes por realizar.
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